“Uno solo puede quedarse estupefacto ante el contenido de todas estas cintas halladas cuando uno no podía esperar nada más sobre el inventor. Y hay que reconocer que tiene sus indudables ventajas, entre ellas la de poder oírle y verle sin la lata que les daba en persona a O’Neill (‘señor O’Neill, tengo algunas puntualizaciones que hacerles sobre su artículo en el New York Times’) o Swezey (‘sí, ya sé que son las tres de la mañana y es de mala educación llamar por teléfono, pero permita que comparta con usted algunas consideraciones sobre un invento en el que estoy trabajando en estos momentos’). Es cierto que siguen abiertas demasiadas incógnitas: ¿cómo es que Tesla no habla, digamos, como Radomir Antic, y en cambio lo hace con un indefinible acento del sur occidental de Europa? ¿Cómo es que inventó la máquina del tiempo y no retrocedió con un rollo de celo al momento en que rompió sus patentes ante Westinghouse? O, aún más provocadora de insomnios: ¿qué hace este tío vestido de tía? Soy consciente de que son enigmas que solo nuevos hallazgos, como un pen USB en alguna caja fuerte de la torre Morgan o un archivo en la nube de Apple nos desvelarán. Pero, hasta que llegue ese momento, este Teslablog es el alfa y omega de los estudios teslianos. He dicho.”
